La fe siempre ha sido el propulsor del hombre. Desde los inicios de la humanidad existen mitos y leyendas que dan explicaciones a sucesos que aparentemente no las tenían. Así, el universo surgió en base al Caos, Gea y Eros, según la cosmología griega; al igual que lo hizo con Atum, el demiurgo según los textos cosmogónicos egipcios. Tiempo después nacieron otras creencias y religiones, como el budismo, el cristianismo, el islam… y todas sus respectivas ramificaciones. Del mismo modo, hay quien actualmente cree ciegamente en el horóscopo o en lo que profetizan las cartas del tarot. Pero, ¿qué fundamentos tienen todos estos dogmas? ¿En qué se basa el hombre para confiar con tanta firmeza en ellos? Supongo que la creencia de estar acompañados incondicionalmente motiva al ser humano a seguir adelante. Para la gente, la religión es confort. Es aquel lugar al que puedes acudir cuando te arrepientes de tus actos y ansías limpiar tu conciencia; cuando deseas y necesitas una solución a algún problema cotidiano; cuando te encuentras hundido en la más profunda soledad… Sin algo a lo que recurrir, las personas estarían perdidas. La religión aporta esperanza y justifica aquello que tanto mal causó. Por eso, millones de personas se refugian tras las páginas de un libro sagrado o en oraciones nocturnas.

Si definimos “Dios” como una entidad divina creadora de todo, su existencia no sería fácil de cuestionar. Sin embargo, el Dios al que muchas religiones se refiere es un Dios personificado. Uno con rasgos humanos que se contradice a sí mismo constantemente. Un ser todopoderoso perfecto por definición no puede crear nada imperfecto y las personas lo somos. Desmontando así uno de los argumentos a favor de la existencia de Dios que Santo Tomás de Aquino escribió hace más de siete siglos. Además, carece de sentido que un Dios capaz de originar todo el universo ponga en manos del hombre las escrituras de sus propias palabras. Asimismo, dependiendo de la religión, se conocen diferentes escritos sagrados que parecen incompatibles entre sí o son difíciles de conciliar, pues se contradicen. Incluso en la misma Biblia se encuentran contradicciones claras, ya que este libro fue escrito por múltiples personas entre cuarenta y doscientos años después de la presunta muerte de Jesús. Por ejemplo, la Biblia responde a la pregunta “¿Qué vino primero, el hombre o los animales?” entre los pasajes de GÉNESIS 1:25-26 y GÉNESIS 2:18-19. En el primero se afirma que Dios creó a todas las bestias de la Tierra (los animales) “según su género” y posteriormente, creó al hombre otorgándole dominio sobre estos. Mientras que el otro pasaje narra la historia de otro modo: El Señor creó al hombre y, para suprimir su soledad dio origen al resto de animales, que se llamaron como el hombre escogió. Esto no solo ocurre en la biblia, sino que también se repite en el Corán, en el Torá… Todo lo escrito en estos libros ha salido de la mente de una persona, dato que se debe recordar. Muchos de los mandamientos que se recogen en estos libros tienen como objetivo fundamental proteger al ser humano de sí mismo. Antiguamente la iglesia condenaba conductas que a la larga traían problemas, como la homosexualidad o las supersticiones; pero actualmente ello no conlleva ningún tipo de mal. Por lo cual, pienso que no tiene ningún sentido seguir atado a esos pensamientos tan retrógrados. La alquimia evolucionó a la química, la herbolaria a la medicina… ¿Pero a qué ha evolucionado las religiones? ¿Acaso han progresado en los miles de años que muchas llevan vigentes? O sea, estas se originaron para intentar comprender cosas que en un principio eran incomprensibles, pero la ciencia ya les ha dado una explicación a muchas. La teoría de la evolución, al igual que la de la gravedad o la de la relatividad están demostradas. Es decir, son hechos, y ninguna requiere la intervención divina. ¿Por qué tantas personas siguen creyendo en Dios? Igualmente, también he de decir que hay tantas formas de sobrellevar la espiritualidad como personas. Que la Biblia dé otra explicación a sucesos ya demostrados por la ciencia no significa que no haya científicos católicos. De hecho, hay muchos, y cada quién gestiona sus creencias de forma diferente y completamente respetable. Aunque yo sigo argumentando: alguien que cree en un ser todopoderoso único, bondadoso y creador de todo no podría creer en el mal o en el diablo, ya que ese mismo ser los habría creado. Por otro lado, la idea que las religiones tienen de Dios se originó una vez que los humanos aparecieron en la Tierra, y esto apenas sucedió hace 2,5 millones de años. Lo cual significa que antes de eso, Dios no existía para nadie, por lo cual no lo hacía. Al no ser un descubrimiento sino una invención, Dios comenzó a estar presente en nuestras vidas hace muy pocos años, si lo comparamos con la edad del universo. Él no nos creó a nosotros, nosotros le creamos a

él. Por ello, la figura de Dios desaparecerá en cuanto el último humano caiga. Suponiendo que Dios siempre estuvo ahí, este nunca habría sido justo con todos los seres humanos que vivieron antes de la creación de su religión actual. Por ejemplo; si Alá siempre fue un ser omnipresente, omnisciente y omnipotente pero no fue profetizado hasta el siglo VII d.C., significa que todas las personas que vivieron antes de este suceso (es decir, la mayoría) no tuvieron la oportunidad de ir al Jannah (El Paraíso, según El Corán) tras fallecer. Al igual que con el hinduísmo, que tan solo tiene 3700 años o el cristianismo, que cuenta con 1700.
En conclusión, Dios es más “una fuerza” que una entidad real. A lo largo de la historia, las religiones han servido de excusa para que el hombre, con su “libre albedrío” cause todo tipo de hostilidades. Guerras, revoluciones, atentados, inquisiciones… Todo con la certeza de estar acompañado de un Dios que perdonará por encima de todo y con la conciencia increíblemente tranquila.
Supongo que si tantas personas son capaces de apoyarse en ello es porque realmente ocasiona calma y tranquilidad. Al fin y al cabo, es bonito encontrarse a uno mismo, y para muchos, las creencias son la principal vía para lograrlo. A otros no nos hace falta ese apoyo, al menos en el momento de la vida en la que nos encontramos según lo que ya hemos vivido. Precisamente eso es lo que hace de cada persona, un mundo.