Tras lo que fueron años de arduo entrenamiento, horas de estudio y una gran vocación; Selena al fin logró llegar a lo más alto. Se sentía hecha de magia, envuelta en una idílica nube de bienestar. En aquel momento, en el que la euforia eclipsaba los nervios que agitados recorrían cada rincón de su cuerpo miró atrás y vio toda una vida. El sueño que ella anhelaba desde su niñez ahora era una realidad: había pisado la luna. Selena, junto a su equipo, se sentía dueña del espacio exterior. Sin embargo, al abrir los ojos se percató de que las sábanas aún acariciaban su cuerpo. Trístemente, todo aquello no fue más que una lúcida ensoñación… ¿Pero acaso Neil Armstrong no soñó nunca con ser astronauta?
Alcanzando la cima