Puede que mis pasos 

sean premeditados; 

y el destino del que huyo 

una manga tormentosa

en el océano 

de las dudas de mi ser. 

Es quizá la vida la costumbre 

de bostezar encarcelado; 

de soñar con dinosaurios 

pero ver solo retazos 

de un planeta color gris, 

(y casi un alba rubí 

de soslayo).

Hay humanos 

enredados en grilletes

cuyas llaves se custodian 

en manos de iguales

(que a veces parecen 

no serlos).

Y lo que algunos llaman 

existir 

no es sino la ilusión 

de hallarse envuelto

en cuatro cómodas paredes. 

Pues pocos se atreven 

a seguir al escurridizo 

gato blanco. 

¿Mi tiempo? Se vende. 

¿Mi cuerpo? Quizá.

¿Mi mente? Jamás.

Pues la libertad se halla 

allá donde tienen cabida 

los cíclopes, 

los fénix, 

la paz y la felicidad. 

Mientras encuentre todo eso

encerrado en mi interior, 

seré libre.